Pero, a propósito de polémicas, ha expresado claramente que no le agrada y no aceptará ese tipo de discusiones en las que se “hace mímica de la guerra y una parodia de la justicia”. Podría explicarme más claramente cuál era el sentido al decirlo?
Lo que más me fastidia de las discusiones ideológicas es que uno, necesariamente, se deja arrastrar por el “modelo de guerra”. Lo que significa que cuando uno se encuentra frente a frente a alguien con ideas distintas de las propias, uno siempre es llevado a identificar a esa persona como enemigo (de su clase, de su sociedad, etcétera). Y sabemos que es necesario combatir al enemigo hasta triunfar sobre él. Este gran tema de la contienda ideológica, realmente me ha perturbado. En primer lugar, porque las coordenadas teóricas de cada uno de nosotros, con frecuencia, no, siempre, son confusas y fluctuantes, especialmente si son observadas desde su génesis.
Más aún, esta “lucha” que uno trata de sostener con el “enemigo”, ¿no podría ser simplemente una manera de hacer que una disputa trivial, sin mayor importancia, parezca más seria de lo que realmente es? A lo que me refiero es: ¿no intentan ciertos intelectuales ganar con su “lucha ideológica” mayor peso político que el que tienen? Un libro se consume rápido, ya se sabe. Un artículo, bueno… ¿Qué es más difícil: tomar parte en una lucha contra el “enemigo” o investigar, juntos o separadamente quizás, los problemas importantes que se plantean? Entonces, le digo: considero este “modelo de guerra” no sólo un poco ridículo, sino también bastante peligroso. Porque como uno dice o piensa “estoy peleando contra el enemigo”, si un día uno se encuentra en posición de superioridad, y en una situación de lucha real, frente al odiado “enemigo” ¿no se lo trataría como si así lo fuera?. La adopción de ese camino conduce directamente a la opresión, no importa quién lo tome: ése es el camino real. Yo comprendo lo placentero que puede ser para algunos intelectuales pretender ser tomados en serio por un partido o una sociedad, actuando en una “guerra” contra un adversario ideológico: pero eso es muy perturbador, más que nada, por lo que podría provocar. ¿No sería mucho mejor, en cambio, pensar que aquellos con los que se disiente posiblemente estén equivocados; o quizás, que no se ha entendido bien lo que intentaban decir?
Lo que más me fastidia de las discusiones ideológicas es que uno, necesariamente, se deja arrastrar por el “modelo de guerra”. Lo que significa que cuando uno se encuentra frente a frente a alguien con ideas distintas de las propias, uno siempre es llevado a identificar a esa persona como enemigo (de su clase, de su sociedad, etcétera). Y sabemos que es necesario combatir al enemigo hasta triunfar sobre él. Este gran tema de la contienda ideológica, realmente me ha perturbado. En primer lugar, porque las coordenadas teóricas de cada uno de nosotros, con frecuencia, no, siempre, son confusas y fluctuantes, especialmente si son observadas desde su génesis.
Más aún, esta “lucha” que uno trata de sostener con el “enemigo”, ¿no podría ser simplemente una manera de hacer que una disputa trivial, sin mayor importancia, parezca más seria de lo que realmente es? A lo que me refiero es: ¿no intentan ciertos intelectuales ganar con su “lucha ideológica” mayor peso político que el que tienen? Un libro se consume rápido, ya se sabe. Un artículo, bueno… ¿Qué es más difícil: tomar parte en una lucha contra el “enemigo” o investigar, juntos o separadamente quizás, los problemas importantes que se plantean? Entonces, le digo: considero este “modelo de guerra” no sólo un poco ridículo, sino también bastante peligroso. Porque como uno dice o piensa “estoy peleando contra el enemigo”, si un día uno se encuentra en posición de superioridad, y en una situación de lucha real, frente al odiado “enemigo” ¿no se lo trataría como si así lo fuera?. La adopción de ese camino conduce directamente a la opresión, no importa quién lo tome: ése es el camino real. Yo comprendo lo placentero que puede ser para algunos intelectuales pretender ser tomados en serio por un partido o una sociedad, actuando en una “guerra” contra un adversario ideológico: pero eso es muy perturbador, más que nada, por lo que podría provocar. ¿No sería mucho mejor, en cambio, pensar que aquellos con los que se disiente posiblemente estén equivocados; o quizás, que no se ha entendido bien lo que intentaban decir?