lunes, 10 de abril de 2017

De la alegría y la potencia

Claire Parnet:
Quisiera que distinguieras la alegría de la tristeza, para Spinoza y necesariamente para ti. En primer lugar, ¿haces tuya completamente la distinción de Spinoza? ¿Encontraste algo el día que la leíste?

Gilles Deleuze:
Ah, sí, porque son los textos que presentan una carga extraordinaria de afectos en Spinoza. En fin, esto quiere decir, me parece, –simplifico mucho, pero esto quiere decir: la alegría es todo lo que consiste en colmar una potencia. Uno experimenta alegría cuando colma, cuando efectúa una de sus potencias. Bueno, volvamos a nuestros ejemplos: yo conquisto, por poco que sea, un pedazo de color, entro un poco en el color. ¿Te das cuenta de la alegría que eso puede suponer? Es eso: colmar una potencia, efectuar una potencia: he colmado una potencia. Pero entonces lo que resulta equívoco es la palabra «potencia». Por el contrario, ¿qué es la tristeza? Se da cuando estoy separado de una potencia de la que, con razón o sin ella, me creía capaz. «¡Ah, podría haber hecho eso!» –pero las circunstancias, o bien no me estaba permitido, o bien, etc. Así, pues, eso es la tristeza; habría que decir: toda tristeza es el efecto de un poder sobre mí. Efectuar algo de la propia potencia es siempre bueno: es lo que dice Spinoza. Naturalmente, ello plantea problemas, que requieren algunas precisiones. No hay potencia mala, lo que es malo, habría que decir, es el grado más bajo de la potencia, y el grado más bajo de la potencia es el poder. Quiero decir: ¿qué es la maldad? Es impedir que alguien haga lo que puede. La maldad es impedir que alguien haga, que efectúe su potencia, de tal suerte que no hay potencia mala: hay poderes malos.




martes, 4 de abril de 2017

Andy Warhol sobre el "y qué..."

Me paseaba por Bali y vi un grupo de gente que estaban celebrando un baile en un claro de la selva porque se acababa de morir una persona a la que quería de verdad. Me di cuenta de que todas las cosas dependen de cómo quieras planteártelas. A veces, las personas dejan que los mismos problemas les hagan sentirse desgraciados durante años, cuando lo único que deberían decir es: "y qué". Es uno de mis dichos favoritos. Y qué.

-Mi madre no me quería. Y qué.

-Mi marido no se acuesta conmigo. Y qué.

No sé como aguanté todos los años que tardé en aprender este secreto. Tardé mucho tiempo en aprenderlo, pero cuando se aprende ya no se olvida jamás.