viernes, 5 de febrero de 2016

Carta improvisada e instantánea para Mabel.

Mira, es horrible este tiempo. La humedad, el calor y la tristeza; todo junto envuelto en un gran paquete con un moño colorado y con una etiqueta al portador.
Lo sé, días atrás habíamos quedado en mantener esta especie de ausencia con olor a viaje por el Ártico. Sin embargo ahora te escribo quebrando ese pacto... Una semana y ya ves; soy un traidor de la peor clase, un miserable cobarde sin ley ni vergüenza.
Para ser sincero, no encuentro muchos motivos al escribir esta carta. Si, es cierto que el principal motor es el tedioso y gastado preguntar acerca de cómo estas. Pero también tengo presente que la curiosidad, además de estúpida, a veces puede ser cruel y morder.
Además, como si no pudiera siquiera intuir la respuesta, como si no me sintiera parecido.
Por eso, no te enojes si suspendo un poco esa pregunta y te escribo acerca de estos días sin esperar algo a cambio. 
Ni respuesta, ni llamado o lo que fuere.
Te escribo y ya. No hay mucho más.

Por acá los días pasan demasiado rápido, casi que se evaporan. Mientras que la luz del sol dura, camino este desierto esquivando a la gente y dejando un rastro de suspiros en el aire. Si los vieras Mabel..., son como los charquitos que forma la lluvia cuando cae de manera insistente.
Te acordas de la lluvia Mabel? Las primeras noches que pasábamos juntos queríamos que una lluvia inmensa nos abrace hasta el amanecer. Bastaba que una solitaria gota cayera para que yo saltara en la cama de la alegría.
-No, no es la lluvia Roberto- solías decir. -Es el aire acondicionado del vecino de arriba que gotea.-
Entonces te inventaba una historia donde iba a comprar milanesas a una rotisería que quedaba en plena Avenida, y claro que llovía. Es más, era el chaparrón más increíble que se haya visto en mucho tiempo. Los dos corríamos por la vereda tratando de esquivar las gotas hasta que nos chocábamos y me invitabas a tu casa a comer Lemon Pie.
Te reías muy lindo Mabel. 
Tu risa era cálida luz, y tus ojos eran suave música.

La mayoría de las noches son otro desierto, pero a éste al menos lo puedo decorar con palabras. Cuando terminé de desparramar todos los libros de la biblioteca por el living, empecé a escribir un poco. Nada importante, sabés? Cosas sueltas sin mucha relación entre sí.... para que te hagas una idea, es como si recién hubiese abierto uno de esos rompecabezas gigantes sin haber siquiera espiado que dibujo tengo que armar. 
Sin embargo, hay otras noches en las que salgo a descansar un poco con mi etéreo y etílico amigo. Si nos vieras Mabel... siempre la misma rutina de subirnos a su nube para desarmar los pentagramas invisibles de la melodía que nunca va a sonar en la radio. Dos paparulos que no están dónde el mundo los cree ver. 
Al rato le da sueño y me voy a tomar el colectivo. 
Entonces paso por tu esquina y saludo para adentro deseando con todo el corazón que la tristeza se vaya junto con este verano que quema.

Te saluda y siempre te da las gracias

Roberto

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