martes, 31 de mayo de 2016

"La fuerza de los fuertes"; Jack London

Y tras la muerte de Nariz-Partida, únicamente otro hombre se atrevió a levantarse y a decir lo que pensaba; y ese hombre fue Cara-Peluda:
-¿Dónde está la fuerza de los fuertes? -preguntaba-. Nosotros somos los fuertes y todos unidos somos más fuertes que Diente-de-Perro, Cara-de-Tigre, Tres-Patas, Quijada-de-Cerdo y todos los demás, que no hacen nada sino comer y debilitarnos con el daño de su fuerza inicua. Los hombres que viven en la esclavitud no son fuertes. Si el primer hombre descubrió el valor y la utilidad del fuego hubiese utilizado su fuerza, hubiéramos sido todos sus esclavos, del mismo modo que lo somos hoy de Barriga-Chica por descubrir la ventaja del uso de la trampa de pescar, y de los que descubrieron la utilización de la tierra, las cabras y el agua de fuego. Antes, hermanos, vivíamos en los árboles y nadie estaba seguro. Pero ya no luchamos entre nosotros. Hemos aunado nuestra fuerza. Entonces, dejemos de luchar ya contra los comecarne y unamos nuestra fuerza a la suya. Así seremos verdaderamente fuertes. Entonces podremos caminar juntos, los comepeces y los comecarne, y terminaremos con los tigres y los leones, con los lobos y los perros salvajes, y apacentaremos nuestras cabras en todas las laderas y plantaremos grano y raíces en los valles altos. Y ese día seremos tan fuertes que los animales salvajes huirán de nosotros o perecerán. Y nada podría detenernos, porque la fuerza de cada hombre será la fuerza de todos los hombres del mundo.
Así habló Cara-Peluda, y ellos le dieron muerte porque decían que era un salvaje y que quería volver a vivir en los árboles. Era algo sumamente extraño. Siempre que aparecía alguien que quería avanzar, los que permanecían inmóviles les decían que lo que quería era ir hacia atrás, y que había que matarle. Y los pobres les ayudaban a lapidarle, porque eran necios. Todos éramos necios, excepto los que engordaban sin trabajar. A los necios se les llamaba prudentes, y los prudentes eran lapidados. Los que trabajaban no tenían suficiente para comer y los que no trabajaban comían demasiado.
Y la tribu siguió perdiendo fuerza. Los niños eran débiles y enfermizos. Y por no comer suficiente nos sobrevinieron extrañas enfermedades y moríamos como moscas. Fue entonces cuando nos atacaron los comecarne. Muy a menudo habíamos seguido a Cara-de-Tigre al otro lado de la divisoria para darles muerte. Y ahora venían ellos a cobrárselo en sangre. Nosotros estábamos demasiado débiles y enfermos para defender la gran muralla. Y ellos nos exterminaron a todos, salvo a algunas mujeres que se llevaron con ellos. El Pulga y yo logramos escapar, y yo me escondí en los lugares más agrestes y me convertí en un cazador de carne y ya nunca volví a pasar hambre. Un día robé una mujer a los comecarne y me fui a vivir en las cavernas de las montañas altas donde no pudieran encontrarme. Y tuvimos tres hijos, y cada uno de ellos robó una esposa a los comecarne. Y el resto ya lo sabéis, pues ¿no sois vosotros los hijos de mis hijos?"
Pero, ¿y el Pulga? -preguntó Corre-Ciervos-. ¿Qué ocurrió con él?
Se fue a vivir con los comecarne para hacer canciones en honor al rey. Hoy es ya un anciano, pero todavía sigue con sus viejas canciones; y cuando surge un hombre que desea avanzar, él canta que ese hombre lo que desea es retroceder para volver a los árboles.


viernes, 27 de mayo de 2016

"Seeds Grow in The Dark"; Robert Augustus Masters

Seeds grow in the dark - so do we.
Let’s stop making such a virtue out of the light
and turn toward what’s in the shadows
and breathe it in, breathe it here
meeting it face to face
until we realize
that what we are seeing
is none other than us
in endarkened disguise
Seeds grow in the dark - so do we.
Let’s not be blinded by light.
Let’s unwrap the night
building a faith too deep to be spoken
a recognition too central to be broken
until even the darkest of days
lights our way




jueves, 26 de mayo de 2016

Eugenio Carutti sobre lo intolerable de lo irrepetible

Lo mismo ocurre con lo que sucede por única vez y no volverá a repetirse: lo irrepetible es impensable para nosotros. Lo único —lo realmente singular— no puede ser pensado, es decir, relacionado. Aparece como un relámpago que la memoria es incapaz de reconocer y se desvanece como si no hubiera existido. Cuando algo realmente nuevo sucede, todo nuestro sistema perceptivo se altera y se esfuerza hasta encontrar —o imaginar que ha encontrado— alguna similitud con los hechos anteriores y conocidos. Afanosamente vamos en búsqueda de la cadena de causas y efectos que necesitamos distinguir, para que algo cobre existencia para nosotros.
Conocer implica establecer la trama de semejanzas dentro de la cual distinguimos diferencias. Nada se puede decir de lo irrepetible. Rehuimos las singularidades porque están más allá de la actividad de nuestro pensamiento; pero también porque quiebran por completo la dirección de nuestro deseo. Aquello que no presenta una imagen reconocible, que no posee forma ni significado, que no reproduce ninguna sensación conocida o imaginada, nos deja perplejos y nos resulta intolerable.



martes, 24 de mayo de 2016

"The green man"; Yonatan Geffen

If I happen to meet someone
That doesn't understand me or who thinks I'm a child
If I happened to meet someone
That doesn't know how to laugh or cry
If I meet someone like that
I immediately tell him about the green man
Once upon a time, in a green city, there lived a man, a green man. The green man lived in a green house with a green door and green windows. He had a green wife and two green children. And at the night, he slept in his green bed and dreamed greed dreams.
One fine green morning, the green man awoke. He put on his green shoes, a green shirt and green trousers. He put a green hat on his head and went out. The green man got into his green car and drove on a green road. On one side of the road, the green man saw a green sea, and on the other, lots of green flowers. It was a lovely day and the green man was happy; he sang green songs and smoked a green cigar with green smoke.
And then, the green man saw a blue man on the road.
The green man stopped his green car and asked the blue man:
“Hey, blue man, what are you doing here?”
“Me?” asked the blue man, “I’m form a different story.”




jueves, 5 de mayo de 2016

"Remo"; Moya Cannon


Avanza cada vez más tierra adentro
con tu remo,
hasta que alguien te pregunte
qué es eso.

Construye entonces tu casa.

Porque sólo entonces necesitarás decir y saber
que el mar es inmenso e insondable,
que el remo que empuja
contra la ola
y con la ola
es todo.




lunes, 2 de mayo de 2016

"Todos tenemos un lado flaco"; Jeff Foster


Es fácil decir “te amo”. 
Es fácil hablar de amor,
y de la presencia, y de la conciencia, 
y de una profunda aceptación de lo que es.
Es fácil enseñar, 
decir cosas que suenen verdaderas, 
y buenas, y espirituales.
Pero no son más que palabras. 
Hay un mundo que antecede a las palabras.
Cuando surja la ira, como lo hará, ¿podrías mantenerte cerca, 
y no adormecerla, o tratar de echarla fuera?
Cuando el miedo estalle en el cuerpo, ¿podrías respirar en él, 
y no fusionarte con él, o enredarte en las historias?
Cuando te sientas herido, rechazado, no amado, abandonado, 
¿podrías darle cabida a esa sensación, 
y darle la bienvenida en el cuerpo, 
inclinarte ante su intensidad, su fuego, su presencia,
y no atacar, o reaccionar, o insultar a la gente?
¿Podrías hacer el compromiso de no abandonarte 
ahora que necesitas tu propio amor más que nunca?
Es fácil hablar de amor. 
Es fácil enseñar. 
Hasta que nuestras viejas heridas se abren. 
Hasta que la vida deja de ser a nuestro modo.
Eso que te inquieta 
te está invitando 
a amarte con más profundidad 
¿Te das cuenta?
No hay vergüenza en esto: 
Todos tenemos nuestro lado flaco.