jueves, 26 de mayo de 2016

Eugenio Carutti sobre lo intolerable de lo irrepetible

Lo mismo ocurre con lo que sucede por única vez y no volverá a repetirse: lo irrepetible es impensable para nosotros. Lo único —lo realmente singular— no puede ser pensado, es decir, relacionado. Aparece como un relámpago que la memoria es incapaz de reconocer y se desvanece como si no hubiera existido. Cuando algo realmente nuevo sucede, todo nuestro sistema perceptivo se altera y se esfuerza hasta encontrar —o imaginar que ha encontrado— alguna similitud con los hechos anteriores y conocidos. Afanosamente vamos en búsqueda de la cadena de causas y efectos que necesitamos distinguir, para que algo cobre existencia para nosotros.
Conocer implica establecer la trama de semejanzas dentro de la cual distinguimos diferencias. Nada se puede decir de lo irrepetible. Rehuimos las singularidades porque están más allá de la actividad de nuestro pensamiento; pero también porque quiebran por completo la dirección de nuestro deseo. Aquello que no presenta una imagen reconocible, que no posee forma ni significado, que no reproduce ninguna sensación conocida o imaginada, nos deja perplejos y nos resulta intolerable.



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