No hay que forzar, no
Hay que ir con el corazón atento
Volverse sutil de palabra, cuerpo y afecto
Ir liviano, como cualquier sonrisa al sol en una mañana de otoño
También centrado, siendo cada instante en el que se está
Es necesario invitar al otro a que acompañe lo que pueda y quiera
Simplemente invitar
Haciendo de la hospitalidad la bandera más preciada
Y estar en paz con lo que suceda
(si es que podemos)
Para verlo necesitamos ir despacio
Ante la impunidad del fast foward
Y la fascinación por lo inmediato
La lentitud es capital subversivo
Se trata de ser flexible, pero sin perder la forma
De ser firme, pero sin ser rígido
De volvernos humildes y responsables, pero sin perder la alegría
Se trata de ser paradoja creativa
No olvidemos que somos principiantes en todo
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