jueves, 3 de agosto de 2017

"Las lunas, refugio de la memoria"; Eugenio Carutti

La Luna, en cuanto cualidad energética, prosigue con su ritmo natural, reapareciendo a lo largo de la vida adulta en contextos nuevos e integrados al conjunto de la carta. Pero la conciencia, fijada en la manifestación de esta cualidad en los primeros estadios de su experiencia, la habrá reducido a un mecanismo psicológico en el que se refugia toda vez que los acontecimientos superan su umbral de seguridad emocional. Si un empresario —aparentemente exitoso y maduro— atravesara por una quiebra, sería absolutamente lógico y saludable que buscara el contacto con su familia y sus afectos, para encontrar consuelo y sostén emocional en una situación difícil. Aquí estaría representada la energía lunar en integración positiva con las restantes del sistema, en tanto patrón de contención y pertenencia. Sería más extraño, por cierto, que para consolarse fuera a buscar a su madre, habiendo ya construido en su vida un entramado emocional maduro y diferenciado, aunque podamos suponer que en una situación de máxima crisis, la persona anhele el consuelo de su afecto más primario. Pero lo que sí ejemplificaría el mecanismo es el caso en el que este empresario, rechazando todo otro vínculo que no fuera la presencia de su madre, se encerrara en la casa de ésta negándose a salir, en la convicción de que la sola presencia materna habría de resolver sus dificultades.
Aunque parece una exageración, esto es lo que sucede habitualmente con nuestra Luna, sin que lo advirtamos: la identidad integrada que — como el pollito— salió del cascarón lunar para continuar creciendo, en realidad permaneció adherida a él. Apenas, en el campo energético, una dinámica particular afecta aquello que tenemos connotado como seguro, nos retraemos en busca de lo más conocido —la Luna— de un modo tan absurdo como el de un pollo que busca meter la cabeza en el huevo cada vez que se siente amenazado, en la creencia de que así estará protegido.
Esto es lo que llamamos mecanismo lunar y es fundamental que lo distingamos de la cualidad lunar y sus talentos. El mecanismo lunar es la repetición regresiva de una matriz imaginaria de seguridad.
Aquella cualidad que sirvió como protección y nido afectivo en la infancia, simplemente ya no cumple esa función, porque las condiciones han cambiado. Sin embargo, la inercia del hábito imagina su repetición y recorta la realidad para convencerse de que ese escenario aún es posible. Por eso, es falsa la seguridad que su perpetuación ofrece y de esta ilusión surgen innumerables conflictos de destino; de cualquier manera, esto se produce en nosotros, en forma casi inevitable. Es todo un aprendizaje disolver la autonomía de la memoria lunar que se proyecta inconscientemente sobre el mundo, para poder vivir en forma integrada las cualidades de nuestra Luna.
Así como distinguimos —en diferentes órdenes de realidad— patrones de despliegue energéticos que constituyen las matrices básicas de la astrología, también debemos descubrir el modo a través del cual el ser humano reacciona ante ellos, configurando patrones de respuesta que, al tender a fijarse, producen sufrimiento y la repetición sistemática de secuencias de acontecimientos (destino).
Uno de nuestros patrones de respuesta más importantes es el mecanismo lunar; comprenderlo es fundamental, para diferenciar entre aquello que la matriz energética expresa y el modo en el que la conciencia queda atrapada por una trama de reacciones y proyecciones.



No hay comentarios:

Publicar un comentario