martes, 8 de marzo de 2016

Dos poemas de Henri Micheaux

Soy gong

En el canto de mi cólera hay un huevo,
Y en ese huevo está mi padre, mi madre, mis hijos
Y en todo eso hay alegrías y tristezas mezcladas, y vida
Intensas tormentas me han socorrido,
Hermoso sol que me contrariaste
Hay odio en mí, fuente de antigua data,
Y ya decidiremos después sobre la belleza.
En efecto, no me volví duro sino por láminas
Si supieran cuan blando he quedado en el fondo;
Soy gong, y guata y canto nevado,

Lo digo y estoy seguro



¿Náusea o acaso es la muerte que llega?

Ríndete, corazón mío. 
Hemos luchado bastante, 
Que mi vida se detenga, 
No hemos sido cobardes, 
Hicimos lo que pudimos.

¡Oh, alma mía! 
Te vas o te quedas, 
Tienes que decidirte, 
No palpes así mis órganos, 
A veces con atención, otras con extravío, 
Te vas o te quedas, 
Tienes que decidirte. 
Yo ya no puedo más.

Señores de la Muerte 
No los maldije ni los aplaudí. 
Tengan piedad de mí, viajero de tantos viajes sin maleta, 
Sin dueño tampoco, sin riqueza, y la gloria que se fue a otra parte, 
Ustedes son ciertamente poderosos y divertidos por encima de todo, 
Tengan piedad de este hombre enloquecido que antes 
de cruzar la barrera ya les grita su nombre, 
Atrápenlo al vuelo, 
Y después que se amolde a sus temperamentos y costumbres, 
si es posible, 
Y si les place ayudarlo, ayúdenlo, se los ruego.







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