miércoles, 13 de abril de 2016

Eterna vacuidad del instante


Entonces te pones los auriculares, seleccionas un par de canciones y salís a dar una vuelta sin más objetivo que ver a la tarde diluyéndose con la velocidad de los caracoles.

Y así, la noche te encuentra e ilumina los pasos que vas dando.
Y pareciera que en el mundo no existe nada más que esa leve y sutil felicidad, aquella que sonríe en los charquitos de otoño.

Charquitos de otoño: musiquitas silenciosas, algunas hojitas moribundas, agua de lluvia, rostros difusos y la luz de algunos faroles que tiñen de amarillo todas las imágenes.

Todo está ahí, al alcance de la mano.
Y sin embargo, dura un instante.










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